Hay quienes dicen que bañarse en agua de mar es remedio que sana y revitaliza nuestro cuerpo. Problemas en la piel, la congestión nasal, que si el asma o el reumatismo pierden fuerza ante el chapuzón marino. La realidad es que el agua del mar es mucho más que agua y sal. Contiene, en solución, elementos, minerales y compuestos diversos. Tal vez uno de estos hace del mar un remedio, quién sabe. Pero sin duda, la playa revitaliza, hecho comprobado por los que disfrutamos el recurso.
Lo que está comprobado son los productos medicinales extraídos, no del agua del mar, sino de las criaturas que lo habitan. En la lista hay compuestos antiinflamatorios, analgésicos, antibióticos, agentes anticancerosos y hasta bloqueadores solares. Son fármacos descubiertos en esponjas, corales, algas y otras criaturas gelatinosas de mares tropicales como el nuestro. Precisamente fue en aguas de la Parguera, en la ciudad cardenalicia, donde se descubrió un potente agente anticanceroso.
El medicamento se descubrió dentro del tunicado de mangle (Ecteinascidia turbinata). Esta criatura gelatinosa crece como ramillete de uvas naranjas en las raíces sumergidas del mangle rojo. Otra razón más para sembrar mangle. El medicamento es capaz de curar el cáncer de ovario y sarcomas en tejidos blandos. Se produce y mercadea hoy como Yondelis® (Trabectedin, ET-743) por la compañía PharmaMar y la Johnson & Johnson. Los actores del descubrimiento fueron profesores, estudiantes y personal del Departamento de Ciencias Marinas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.
Hay más en las costas puertorriqueñas. Como la esponja de fuego (Tedania ignis), que produce potentes antibióticos, y el tunicado coralino Trididemnum solidum, que nos brinda la Didemnin B, un compuesto capaz de contrarrestar la leucemia. Y qué me dicen de la medusa inmortal, la Turritopsis nutricula, la que burla la muerte. Esta criatura presiente cuando le va mal, cuando le queda poco de vida. En ese instante regresa a su etapa infante llamada pólipo. Se queda como pólipo el tiempo necesario y, cuando las condiciones ambientales mejoran, vuelve a ser medusa… una medusa reencarnada. La inmortalidad le proviene de la transdiferenciación celular, proceso recién descubierto en la medusa donde las células del cuerpo se transforman de viejas a jóvenes, de un tipo de célula a otro. Esta medusa es la develación de los secretos de la longevidad y quién sabe si la cura de todo tipo de cáncer.
Quién diría que criaturas poco encantadoras para algunos, poco visibles y hasta aburridas en comparación con otras, guardan secretos inimaginables y trascendentales para la humanidad.
Ahora bien, tenemos que tener presente una cosa. Las criaturas marinas proveen solo el diseño, el plano, la receta del medicamento. No se trata de ir a recoger el organismo por miles y exprimirlo. Sino más bien de sintetizar y recrear el medicamento en un laboratorio. Tal vez podemos reproducir y cultivar la criatura en cautiverio, pero nada de comprometer a las poblaciones naturales en su ambiente. Toda esta riqueza marina se revela, siempre y cuando la respetemos con nuestros actos y decisiones.
Podríamos continuar con la lista de los más de 500 fármacos de origen marino desarrollados hasta el momento. Qué gran potencial tenemos los puertorriqueños con este asunto. Contamos con un mar y centros académicos de excelencia. Combinación perfecta para impulsar la industria de la investigación y el desarrollo en el mar.
Y qué me dicen si lo trabajamos integrando a las comunidades costeras en un desarrollo de microempresas comunitarias. Imagínense al científico que investiga, al estudiante que aprende, al técnico que apoya, al inversionista que aporta y a la comunidad que desarrolla. Todos uniendo esfuerzos en la creación de una economía azul transformando estas riquezas marinas en creces y activos para Puerto Rico.
Fuente: https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/lafarmaciadelmar-columna-2490405/